Hay veces que el día parece eternamente inmortal y el tiempo se vuelve el demonio de nuestras vidas.
Que diera yo por encontrar mi lugar feliz y huir por unos minutos a él. Tratar de correr con el tiempo en mi espalda y hacerlo ligero. Sin embargo, no puedo y me hundo dentro de mis pensamientos. Involucro colores, formas y palabras, poesía, fotografía y letras.
Imagino mi día con un sol que quema y no esta lluvia que derrite. Con una cámara que ve más allá de lo que ven mis ojos. Y estás palabras que naden en mi sangre y viven en tinta. Bloqueo mis oídos y escucho mis latidos. Cierro los ojos y observo el infinito. Abro la boca para recitar mis silencios inherentes.
Y trato de olvidar que el día no es de mis favoritos, que el día se siente inmóvil. Que aunque corra, el fin no llega.
Pero eso sí, mañana no sabemos que pasé. Tal vez la suerte cambie, REPENTINAMENTE.
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